¿Te has puesto a pensar en algún momento si la calidad de vida de un animal, puede llegar a influir positiva o negativamente en nuestro cuerpo a la hora de consumir su carne?
Muchas personas así lo piensan e incluso hoy en día, las empresas conducen sus estrategias comerciales y de marketing a pronunciarse como defensoras de la calidad de la vida animal.
Distintas empresas regulatorias a nivel mundial, se dirigen a supervisar las granjas para definir gracias a ciertas mediciones, si es que los pollos realmente son felices en su hábitat.
Así que parece ser que efectivamente, esto para mucha gente importa.
Sigue leyendo para enterarte de todo en relación a este tema.
Definiendo la felicidad
Así como pasa con un ser humano, la felicidad de un pollo es definida por medio de 3 aspectos. Su condición física, su condición mental y su condición emocional.
En una auditoria a una granja, se verifica que estos animales realicen todas las actividades normales de su especie, como lo puede ser buscar alimento, rascarse, saltar, aletear, correr, responder a sonidos, etc.
Cabe mencionar que los pollos que van a ser comidos, no son iguales a las gallinas ponedoras de huevos. Las gallinas viven mayoritariamente encerradas y estos pollos diseñados especialmente para el consumo humano son puestos al aire libre, recién desarrollan su plumaje.
Por lo tanto viven menos estresados y en mejores condiciones que sus compañeras ponedoras.
Un buen lugar para los pollos.
De igual manera las entidades que regulan estos aspectos, ponen mucha atención al lugar donde se van a desarrollar estas aves.
Para que un pollo se mantenga bien y saludable, debe de contar con espacios que le permitan desenvolverse de buena manera cuando se encuentre en el interior y que cuenten con buena iluminación y temperaturas acordes.
Cuando hablamos de espacios exteriores, se piensa en aquellos donde puedan realizar todas sus actividades sin problema alguno y conviviendo con su especie en un lugar armonioso.
Poner mucha atención a esto, ayudará a que nuestros pollitos vivan menos estresados y en condiciones favorables.
¿Influye en nuestra salud comer un pollo que vivió feliz?
Expertos afirman que la carne de un pollo que ha vivido en buenas condiciones, es definitivamente mejor para nuestro organismo.
Generalmente, los pollos de granjas industriales viven en condiciones no muy buenas y gracias a que les es casi imposible moverse, pueden llegar a desarrollar enfermedades y a esparcir brotes de virus como la gripe aviar.
Mantener a pollos en condiciones infrahumanas, solo ocasionará que su desarrollo sea más lento, que debido a su estrés puedan enfermar y a que su piel se vea severamente dañada, gracias al contacto con los otros miembros de su especie.
Por lo tanto, optar por consumir pollos que han recibido todas las atenciones es mucho mejor para nosotros, en el sentido de que vamos a poder disfrutar de un pollo que no está enfermo y que gracias a su estilo de vida, nos puede proporcionar todos los nutrientes necesarios para mantenernos sanos y fuertes.
Así que a comer más pollitos felices.
Hasta la próxima.
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